Navegar entre gigantes en el Parque Nacional Los Glaciares

El Calafate no es solo el punto de partida hacia el glaciar. Es un lugar con alma propia. Las calles tranquilas, los árboles moviéndose con el viento frío y los refugios que huelen a chocolate caliente crean una atmósfera especial. Pero todo cambia cuando llega el día de la excursión al Perito Moreno.

La navegación comienza temprano. El barco avanza entre témpanos flotantes de distintos tamaños, como islas azules en movimiento. El agua es de un celeste tan puro que cuesta creer que no esté editado. Y de repente, aparece él: el glaciar. Majestuoso, inmenso, vivo. Porque sí, el Perito Moreno se mueve, cruje, ruge. Es como un animal dormido que de vez en cuando suelta un rugido y deja caer una parte de sí mismo al lago.

El silencio del grupo lo dice todo. Nadie habla. Solo se escucha el clic de las cámaras y el estallido del hielo al quebrarse. Es un momento que queda grabado para siempre. No hay foto que lo capture del todo.

Volver de esa experiencia no es volver igual. El frío en las mejillas, el vapor del aliento, la sensación de estar frente a algo eterno. En Andanzas creemos que hay viajes que marcan. Y este es uno de ellos.